..................................................La Virgen como objeto de deseo
.......................................................................................Ludwig Feuerbach

os monjes hicieron el voto de castidad al Ser divino, ellos suprimieron el amor sexual en sí; pero en lugar de ello tenían en el cielo, en Dios, en la Virgen María, la imagen de la mujer -una imagen del amor-. Podían ellos prescindir tanto más de la mujer verdadera cuanto más una mujer ideal e imaginada era para ellos el objeto del amor verdadero. Cuanto más importancia daban a la destrucción de la sexualidad, tanto mayor significado tenía para ellos la Virgen celestial: ella ocupa para ellos el lugar de Cristo y hasta el lugar de Dios. Cuanto más se niega lo sensual, tanto más sensual es Dios, al cual se sacrifica la sensualidad. Porque a lo que se sacrifica a la divinidad se le atribuye un valor especial; Dios tiene un agrado especial en ello. Lo que en el sentido del hombre es lo más sublime, lo es naturalmente también en el sentido de su Dios. Lo que gusta en general al hombre gusta también a Dios. Los hebreos no sacrificaban a Jehová animales impuros y despreciables, sino animales que para ellos tenían el más alto valor; los que ellos mismos comían eran también la comida de Dios. Por eso donde de la negación de la sensualidad se construye un ser especial, un sacrificio agradable para Dios, allí se da el valor más alto precisamente a la sensualidad y la sensualidad renunciada es, sin quererlo, restablecida, por el hecho de que Dios se coloca en lugar del ser sensual al cual se ha renunciado. La monja se desposa con Dios; ella tiene un novio celestial y el monje tiene una novia celestial. Pero la Virgen celestial es un fenómeno de una verdad general que se refiere a la esencia de la religión. El hombre afirma en Dios lo que en sí mismo niega. La religión prescinde del hombre y del mundo pero sólo puede prescindir de las verdaderas o supuestas deficiencias y restricciones, o sea, de lo que son los defectos del mundo; pero no de la esencia, o sea de la parte positiva del mundo, ni tampoco de la humanidad.
.................................................................................................(Ludwig Feuerbach, fragmento de "La esencia del cristianismo").



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